La Belleza de la Utopía

Revisando deshechos mentales corroboré que por la boca muere el pez. Me lo enseñó una senyora llamada Cultura, de apellido Popular. Tiempo atrás, en época de tormenta y antes de convertirme en Hormiga, decidí que partiría peras con el Vídeo antes que abandonar la lucha en busca del Render perdido. La lírica es bonita y biensonante pero a veces ciega y conduce a la precipitación.

La Hormiga no suele precipitarse porque sin acerlo ya estubo malherida.
La Hormiga no se hizo nunca con un flagio porqué sin él ya se automutiló.

El Viento es pragmático y directo, capaz de doblegar acero. El Viento da miedo cuando viene, e irrumpe sin avisar. La Hormiga se asusta pero cae en las capas de su fino hojaldre huntado en activismo. La Hormiga no esta hecha para este mundo de grandes pies competitivos y sin escrúpulos. La Hormiga siempre creió en la estética de la resistencia, en la belleza de lo utópico, en la utopía de lo bello.

El Viento siempre creió más en el hecho que en el dicho (Menys parlar i més fer), pero La Hormiga bien sabe que el dicho va antes que el hecho, al menos el dicho interno. Sin sueños no hay ideas, sin ideas no hay acciones, sin acciones y sin estas los cambios no llegan.

La Hormiga ahora se quedará en el dicho, a millas del hecho, porque El Viento bien se haya dónde está: Junto a la excepción, que eres tú y confirmas la regla. Más vale lo bueno conocido que lo bueno por conocer. No es dislexia.

El querer poder i el no poder querer. La Hormiga quiere pero no puede y no puede porque no quiere. Justícia, es el nombre de esta historia.

Aunque las palabras te las lleves Tú, yo sigo siendo Hormiga y me subo por los brazos y las manos. Cosquilleos afásicos con los que vuelvo a pensar que los días fueron Bellamente utópicos e utopicamente bellos.

Como la estética de la resistencia.